Copistas de museos

Los copistas de museos eran bastantes habituales durante el siglo XIX y mediados del siglo XX. Su trabajo era reproducir las obras de los grandes artistas. Para que el público general tuviera acceso a obras de arte tan icónicas como la Mona Lisa o las Meninas. Aunque la práctica ya no es tan común, todavía se ven copistas de obras de arte en museos como el Prado o el Louvre. El Concurso Internacional de Copistas de Obras de Arte nace para dar a conocer los artistas que trabajan en el mundo de las reproducciones y de la restauración. Además de aquellos artistas amateur que quieren expresarse como copistas de museos.

Era muy común que los alumnos de la Academia de Bellas Artes tuvieran un complemento a su formación haciendo reproducciones de obras famosas del Prado. Y esto ocurría en otros museos de España y de todo el mundo.

La profesión del copista de obras de arte de museos

Lo esencial para realizar una buena reproducción es, en palabras de Alejandro Cañada, “Sobre todo, hay que coger la esencia del cuadro”. Además, hay que ser lo más fiel posible a la obra original. Y poner atención a los sutiles detalles que encierra la obra. Puede que ya no sea una profesión tan arraigada. Pero si es una afición estupenda para todas aquellas personas que disfrutan el arte.

Por otro lado, hay artistas que son copistas de museos profesionales. Y se dedican a dos tipos de trabajo.

Restauración de cuadros. Desde que varias restauraciones desastrosas se han hecho famosas, el trabajo de los restauradores profesionales ha crecido en prestigio. No solo se trata de limpiar las obras. Hay que corregir los desperfectos en la pintura. Y devolver la obra a su esplendor original. Como los copistas de obras de arte saben cómo reproducir hasta el más mínimo detalle. Haciendo la restauración perfecta.

Venta de reproducciones. Aunque la reproducción fotográfica, y más tarde la impresión digital giclée o Fine Art, han hecho más accesibles las obras más famosas. Todavía hay un mercado para las reproducciones de arte pintadas a mano. Ya que hay sutilezas en las pinceladas que reflejan gran parte del mensaje de la obra. Además de contribuir a la reacción emocional que se tiene al contemplar una obra.

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